El Papa Francisco da la razón a sor Lucía Caram

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1. Sor Lucía Caram ha escrito una carta al papa Francisco con un contenido y un estilo que parece escrita por el mismo Francisco. Las manifestaciones del Papa sobre la misión de los religiosos coinciden con la actuación de la monja argentino-catalana. Le dan la razón en contra de los ataques que recibe del Gobierno y de la Nunciatura.

2. Lucía Caram expone al «amado Papa Francisco» las tareas que realiza en Catalunya. Su monasterio de Manresa se ha constituido en una comunidad acogedora al servicio de las personas marginadas y del proyecto humanizador de Jesús. Afirma: «Tomando partido por los más pobres, busco consenso y pactos con todos los sectores de la sociedad. Y me quieren silenciar porque dicen que esto es hacer política pero mi única política es la del Evangelio». Denuncia las barreras levantadas en Melilla contra los inmigrantes. Denuncia la corrupción. Reconoce su presencia en los medios de comunicación en defensa de las víctimas. Confiesa: «Me han querido enfrentar con la Iglesia pero desde el Evangelio y repitiendo sus palabras, papa Francisco, digo quién soy yo para juzgar a mis hermanos homosexuales, a las mujeres dedicadas a la prostitución o los matrimonios rotos» .

3. Lucía Caram aún no ha recibido respuesta. Sabe que Roma es prudente, pero espera que le digan algo. Al fin y al cabo, se da una plena sintonía entre las palabras, los gestos y las actuaciones del Papa Francisco y las palabras, los gestos y las actuaciones del sor Lucía.

4. Un párrafo del discurso del Papa del pasado 24 de mayo sobre el sentido de la misión y de la vida religiosa da la razón al planteamiento de sor Lucía. Francisco dice: «¿Quiénes son los destinatarios privilegiados del anuncio evangélico? La respuesta es clara. La encontramos en el mismo Evangelio: los pobres, los pequeños, los enfermos, los que a menudo son despreciados y olvidados, aquellos que no tienen como pagarte. La evangelización, dirigida preferentemente a ellos, es signo del Reino que Jesús ha venido a traer. Hay un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejamos solos. Esto debe estar claro especialmente para a las personas que abrazan la vida religiosa. Con el voto de pobreza se escoge seguir a Cristo en esta preferencia suya, no ideológicamente, sino como él, identificándose con los pobres, viviendo como ellos en la precariedad de la vida cotidiana y en la renuncia de todo poder para convertirse en hermanos y hermanas de los últimos, llevándolos el testimonio de la alegría del Evangelio y la expresión de la caridad de Dios».

5. Sor Lucía Caram concluye así su carta al Papa Francisco: «Rezo por usted y le pido que usted ore por mí en esta  hora de tantas presiones, de tantos apoyos y de tanta vida compartida. Pretenden que me calle pero, si lo hiciera, las injusticias continuarán y las piedras gritarán».

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