La Iglesia tiene que ceder locales para el referéndum

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La Iglesia tiene que ceder sus dependencias a la ciudadanía, creyente o no, que lo necesite para ejercer sus derechos democráticos como la celebración del referéndum del próximo 1 de octubre.

1. El Govern soberanista catalán necesita locales para instalar las urnas para el referéndum. El Gobierno español se opone. La Iglesia católica (obispos, sacerdotes, religiosos, fieles de base) debe tomar postura. Cualquier gesto, incluido el silencio, ya es inclinarse por un lado o por el otro, por los que quieren votar o por quienes no quieren que se vote. La neutralidad es imposible.

2. El compromiso eclesial con el Evangelio, con la democracia y con el pueblo forma parte de la mejor historia de la Iglesia católica en Catalunya. Así ya sucedió en la clandestinidad contra la legalidad franquista. Representantes de organizaciones políticas y sindicales se reunieron en locales eclesiales. La lista es larga y significativa. Monasterio de Montserrat, Capuchinos de Sarriá, parroquias como Sant Medir, Sant Agustín, María Mediadora y tantos otros. Esta historia ha sido objeto de una crónica de TV3, «Santuaris de l’antifranquisme», dirigida por la periodista Llúcia Oliva. Ahora quizás habrá que hacer lo mismo. Buscar santuarios para ir a votar.

3. Hay que considerar unos criterios. El objetivo primordial de la Iglesia es proponer el Evangelio de Jesús respetando la conciencia de los destinatarios del mensaje. La propuesta evangélica incluye la promoción y la defensa de los derechos y de las libertades de las personas y de los pueblos o naciones como Catalunya. La Iglesia, por fidelidad y compromiso evangélico, debe acoger siempre y en cualquier circunstancia política, a todos, creyentes o agnósticos, aunque sea haciendo frente al poder establecido. Debe acoger sobre todo a los más pobres de entre los pobres, a los que lloran, a los que están solos, a los que tienen hambre y sed de justicia, a los que trabajan por la paz, los enfermos, los marginados, los forasteros, los sin techo, a los prisioneros. La Iglesia debe acoger a los perseguidos por cualquier causa, también a los perseguidos por motivaciones políticas. Debe acoger a la ciudadanía que quiere ser demócrata, libre, solidaria. La Iglesia debe acoger las urnas y rechazar las armas, digan lo que digan políticos, jueces, fiscales y policías.

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