Nombramiento político y temerario de Omella como obispo de Barcelona

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1. Juan José Omella, nuevo arzobispo de Barcelona en sustitución del cardenal Lluís Martínez Sistach, ha declarado que él es un pastor de la Iglesia, no un político. Pero su nombramiento tiene una dimensión política nefasta. El Gobierno español ha presionado al Vaticano en este nombramiento episcopal. Incluso, lo anunció antes de que lo hiciera la Santa Sede.

2. Omella dice que él no es político, pero un objetivo político gubernamental ha sido que el nuevo arzobispo de Barcelona no fuera catalán. Lo que importa, dicen algunos, no es la nacionalidad sino que el obispo sea una persona buena, santa y buen pastor. Pero ¿es que entre los obispos y los sacerdotes catalanes no hay personas buenas, santas y buenos pastores para ser arzobispo de Barcelona? Ser catalán es un handicap político para ser obispo en una diócesis catalana. Si Omella fuera catalán no sería ahora obispo en Catalunya.

3. La trayectoria de Omella tiene un aspecto positivo compartido por los demás obispos catalanes como es el compromiso social que sintoniza con el Papa Francisco. Ahora bien, Omella dice que él no es político pero su trayectoria tiene un aspecto político muy negativo. No comprende la cuestión nacional catalana ni, según sus palabras, no conoce la realidad barcelonesa y catalana. Esto es muy preocupante para la sociedad y para la propia Iglesia católica en el momento actual de Catalunya. Es temerario, como dice un periodista de elnacional.cat. También Martínez Sistach admite que no conoce mucho a su sucesor aunque precisa que confía en la decisión del Papa Francisco. Es grave que un obispo no conozca muy bien a su sucesor. Además, el Papa no es infalible y puede equivocarse en los nombramientos que hace. Un ejemplo actual. Francisco se equivocó al nombrar al sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda para ocupar un alto cargo en el área económica de la Santa Sede y que está detenido en el Vaticano.

4. Omella dice que él no es político, pero su desconocimiento sobre la cuestión nacional es grave. Él ha votado en la Conferencia Episcopal Española una resolución a favor de la unidad de España como valor moral a mantener. Es la tesis defendida por los cardenales ultraespañolistas Antonio María Rouco y Antonio Cañizares. La postura política de Rouco, Cañizares y Omella choca con la posición eclesial del episcopado catalán. Los obispos catalanes sostienen que, según la Doctrina Social de la Iglesia, hay que respetar los derechos y las libertades de las personas y de los pueblos, y que toda opción política es legítima si se propugna de manera pacífica. A diferencia del episcopado español, el episcopado catalán reconoce que Catalunya es una nación y que el soberanismo es una opción legítima.

5. Omella dice que no es político, pero toma partido contra Catalunya en el litigio de las obras de arte sacro depositadas en el Museo Diocesà i Comarcal de Lleida y reclamadas por la diócesis de Barbastro-Monzón, dominada por el Opus Dei. Él dice que cuando era obispo de Barbastro estaba a favor de cumplir la sentencia en este conflicto y que ahora defenderá lo mismo como arzobispo de Barcelona. Omella, sin embargo, ha hecho mucho más que limitarse a pedir el cumplimiento de la sentencia. Ha hecho activismo con discursos encendidos como este: «Aragón y Barbastro tenemos que ser tenaces. Adelante. Debemos conseguirlo. Tardaremos más o menos. Pero debemos ir adelante. Conseguiremos para Aragón las obras de arte sacro depositadas en el Museo de Lleida «.

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