Vivir el Evangelio contra la pederastia eclesiástica

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¿Es posible creer en el Evangelio de Jesús y vivir según su mensaje en plena pederastia eclesiástica y en contra de toda pederastia? “Pederastia. Relación sexual entre un hombre adulto y un niño, generalmente del mismo sexo” (Diccionari de la llengua catalana). ¿Qué puede hacer y debe hacer el creyente en esta situación? ¿Qué puede hacer y debe hacer la cúpula jerárquica eclesial en todos los casos, especialmente en los que más directamente le afectan? No esconder nada. Poner luz en la oscuridad. Denunciar la pederastia practicada en muchos sectores de la sociedad… profesional, académico, cultural, docente, laboral, deportivo, periodístico, político, familiar… eclesiástico. La pederastia destruye el nivel más íntimo de la condición humana y es un torpedo contra los valores evangélicos. Y es necesario dar siempre pleno apoyo de todo tipo a las víctimas.

2.- Los creyentes revisarán aquellas costumbres que faciliten la práctica de la pederastia y, humildemente, reivindicarán que el espíritu de Jesús, que consta en los textos neotestamentarios, es vigente hoy e impulsa un compromiso de humanidad, solidaridad, libertad. De liberación de toda esclavitud, de traumas, de miedos. La defensa de una ética limpia y respetuosa con los niños así como unas palabras duras dirigidas a quienes abusan sexualmente de los demás son unos referentes para todos aquellos que quieren amar a los demás y al Dios invisible que se hace presente en todos, especialmente en los más pequeños y más débiles, y en la propia conciencia de cada uno.

3.- Algunas citas para pensar, repensar, cambiar el modelo perverso de actuación y de silencio cómplice… “Sabed bien: ningún libidinoso, ningún impuro o ningún amigo del dinero, que es igual que ser idólatra, no tendrá parte en la herencia del Reino de Cristo y de Dios” (Efesios 5, 5). “Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios” (Mateo 5, 8)… “En verdad os lo digo: si no cambiais y os hacéis hace como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos (…) El que hace caer en pecado uno de esos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran en el cuello una muela de molino y la hundieran en medio del mar” (Mateo 18, 3 y 6).

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