La Corona interpelada por el coronavirus, el pueblo y Dios

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La Corona española en crisis es interpelada por el coronavirus, la Corinavirus, el pueblo … y también por Dios.

1. PAISAJE DESOLADO. Juan Carlos y su hijo Felipe VI son interpelados aunque éste sea jefe de estado, mando supremo de las Fuerzas Armadas, inviolable, sin responsabilidad. Tanto poder no impide que miles de súbditos se hayan infectado, muerto y, después del confinamiento, sufran por un inquietante futuro social y económico. Desolación. El coronavirus letal, así como la Corinavirus en el régimen borbónico, derrumba los cimientos de la sociedad y de la condición humana. Los ídolos aparentemente poderosos caen. Unos interrogantes continúan inscritos en el corazón de las personas. ¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde se Dios?

2. ¿DONDE ESTÁ TU HERMANO?. Reyes y reinos destronados. No son todopoderosos. Todo el mundo ha sido engañado por la serpiente como lo fue Eva (Génesis, capítulos 2, 3, 4). La serpiente la tentó: «¡No moriréis! Seréis como dioses». La mujer haCE participar a Adán del engaño. Después se dieron cuenta que no eran dioses ni sabían cómo es Dios. Podían, sin embargo, experimentar quiénes eran ellos y intuir que podía ser Dios. «El señor Dios formó al hombre con polvo de la tierra. Le infundió el aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo». El Señor Dios dijo al hombre que volverá «a la tierra de donde fuiste sacado; porque eres polvo y al polvo volverás». Dios se manifiesta intensamente cuando pregunta a Caín sobre Abel a quien ha asesinado: «¿Dónde está tu hermano?» Este interrogante se inscribe en la conciencia humana desde el origen del tiempo. La respuesta que Jesús da en la plenitud del tiempo es la síntesis del más gran mandamiento: «Ama a tu Dios con todo el corazón, toda el alma, todo el pensamiento. Y ama a los demás como a ti mismo». También está escrito: «Si alguien afirma ‘Yo amo a Dios’ pero detesta su hermano es un mentiroso, pues quien no ama a su hermano, que ve, no puede amar a Dios, que no ve» (Juan 4, 20),

3. FRAGILIDAD DE LA CONDICIÓN HUMANA. «¿Dónde está tu hermano?» golpea en la pandemia letal que se extiende de oriente a occidente, de norte a sur. El Covid19 muestra la fragilidad de la condición humana. Los fundamentos se hunden. Ciencia, medicina, economía, política, ética … son ídolos que caen. La humanidad queda sola. Vive la experiencia del silencio o del deseo de Dios. La humanidad busca una respuesta al virus con los elementos que se tambalean. Ciencia, medicina, economía, política no son auténticamente humanas sin sentido ético.

4. ¿DÓNDE ESTÁ DIOS?. La ética puede ser entendida como la actitud y la práctica que promueve el bienestar, los derechos y las libertades de todas las personas y de todos los pueblos. El sentido ético puede vivirse desde el ateísmo, el agnosticismo, la religiosidad, el cristianismo. Hay una versión cristiana tergiversada, rechazable. La que no asume los derechos y las libertades de las personas y las comunidades. La que impone preceptos, prohibiciones, dogmáticas inamovibles. La que emplea lenguajes ininteligibles con contenidos no significativos. Hay una versión cristiana respetable, sea o no aceptada por la gente. Una fe que se propone, nunca se impone. Una propuesta de vivir, sentir, pensar, actuar según el mensaje y el espíritu de Jesús. Una fe esperanzada, solidaria, liberadora. Una fe comprometida que intenta hacer realidad el Padrenuestro, las Bienaventuranzas, los criterios expuestos en el episodio del juicio final. La fe que busca y quizás encuentra Dios en los demás, en la comunidad, en la propia conciencia, en la vida. ¿En la muerte? Morimos. Hay muerte en la vida, en la condición humana, en este rincón del mundo, en el universo inmenso, quizás infinito. El enigma es si hay vida en la muerte. Vida en el agujero profundo de la muerte … de la misma manera que la noche se apaga y muere pero nace el día lleno de vida.

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