De la Iglesia desprestigiada a la Iglesia clandestina

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La Iglesia desprestigiada y la Iglesia clandestina son dos de los muy interesantes aspectos expuestos en el simposio de la Fundació Claret sobre «El cristianismo en los relatos mediáticos».

1. Un panorama desolador es dibujado por Paco Niebla (jefe de la sección de Sociedad de Efe en Catalunya). Para preparar su intervención preguntó a sus compañeros de trabajo que les venía a la cabeza cuando oyen la palabra «Iglesia». Esta palabra sugiere ideas como jerarquía, pederastia, no pagar el IBI, franquismo, rouquismo, decadencia, machismo, divorcio, anacrónico, lejanía de la gente, mafia, poca transparencia, incongruencia entre el mensaje que se da y lo que se practica, inadaptación a la sociedad y a la modernidad, dogmatismo, discriminación de las mujeres y de los homosexuales, retórica eclesiástica que hoy no tiene sentido como hablar del obispo como un pastor de ovejas, caridad en el mal y en el buen sentido. También sugiere ideas como Papa, cruz, Cristo, cura, comunión, boda, colegio. Paco Niebla comenta: «Aquí hay un problema. Los medios de comunicación y también la misma Iglesia contribuyen a dar esta imagen».

2. Llucía Oliva (directora del documental «Santuaris de l’antifranquisme) explicó que quería hacer una crónica sobre la teología de la liberación en El Salvador. El jesuita José Ignacio González Faus le dijo que podía hacer esta crónica aquí mismo, en Catalunya. Así fue. La periodista elaboró ​​un impresionante reportaje sobre los sacerdotes, las monjas, los religiosos y los laicos cristianos que tuvieron en la clandestinidad una participación destacada contra la dictadura franquista en barrios, pueblos y ciudades. Estos sectores de la Iglesia dieron cobijo a los activistas demócratas, y en sus templos y locales se crearon y se reunían partidos, sindicatos, la Assamblea de Catalunya. Recintos como el convento de los Capuchinos, el Monasterio de Montserrat, parroquias como las de Sant Medí y Sant Agustí. Fueron hombres y mujeres de Iglesia, fieles al Evangelio, al espíritu renovador del Concilio Vaticano II y comprometidos con el pueblo. Llucía Oliva puso de relieve que «toda esta actividad eclesial es desconocida por la gente». E hizo una confesión personal significativa: «Yo misma desconocía esta actividad de la Iglesia hasta que hice ‘Santuaris de l´antifranquisme’ hace un par de años». Así lo reconoce una excelente periodista y buena conocedora de la realidad social de Catalunya y de muchos países del mundo,

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