Puigverd, «rondinaire» y cascarrabias con el malvado independentismo

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1. El cascarrabias ( «rondinaire» en catalán) Antoni Puigverd, columnista de La Vanguardia, se mete ahora con unos cuantos de «la cuerda independentista» a los que descalifica como cascarrabias/»rondinaires»). El cascarrabias columnista debe saber que el independentismo catalán no es una «cuerda» sino que es una opción tan legítima como su federalismo español. Puigverd mete baza en la polémica designación de Javier Pérez Andújar como pregonero de las fiestas de la Virgen de la Merced (perdón, de la Merced) en la ciudad de Barcelona.

2. La obra literaria de Pérez Andújar puede merecer el Premio Nobel como Mario Vargas Llosa, este envejecido personaje del Hola. Puigverd debe distinguir entre calidad literaria de unos textos y comportamiento político de su autor. Hay razones legítimas para discrepar de la postura despreciativa de Vargas Llosa respecto a la realidad cultural y nacional catalana. Él maldice los nacionalismos pero tiene dos nacionalidades, dos: peruana y española. También hay razones legítimas para discrepar de la postura despreciativa del pregonero de la Merced. El pregonero, como haría un Francisco Marhuenda cualquiera, califica las grandes manifestaciones de las Diadas del 11S, ejemplo mundial de reivindicación política multitudinaria y pacífica, de «parque temático» y se ríe de los miles y miles de manifestantes. Pérez Andújar compara el soberanismo catalán con los ayatolás de Irán. «El pregonero de la Merced será un señor que desprecia, ridiculiza y ensucia el sentimiento de la mayoría del Parlament y de todo el país, mientras banaliza el integrismo islámico» (Pilar Rahola).

3. Javier Pérez Andújar es intocable, según Puigverd. No puede ser criticado. Se impone el pensamiento único. Antoni Puigverd concluye su artículo «El pregonero»: «La pretensión independentista del catalanismo actual no consigue crear vínculos de empatía con una parte sustancial de la sociedad catalana». La falta de empatía no es responsabilidad del centralismo españolista, ni del frustrante federalismo español, ni del unionismo, ni de determinados medios de comunicación de allí y de aquí, ni de resentidos como el pregonero, ni de cascarrabias como Puigverd. El único responsable de la falta de vínculos de empatía en Catalunya es el malvado independentismo que quiere democracia, libertad, solidaridad y soberanía.

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