«Dejé de ir a una iglesia, pero el otro dia entré en una llena de vida»

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La periodista Celeste López, redactora jefe de «La Vanguardia» en Madrid, publica el artículo «Una Iglesia muy especial». 

Hace muchos, muchos años que dejé de ir a una iglesia. A pocos les importará, y con razón, el motivo por el que decidí en los albures de una adolescencia muy reflexiva que ya no volvería a pisar un templo aunque para explicar mi recomendación, necesito contarlo: un profundo y doloroso sentimiento de que la Iglesia no me representaba.

Pero hace unos días rompí mi promesa. Acababa de salir de cubrir una información en pleno centro de Madrid cuando me dirigí a la calle Fuencarral a pesar de que el camino al metro era más largo… Y allí la encontré. Destartalada, con su esquina evaporando orines, estaba la iglesia de San Antón. La recordaba semiabandonada, siempre con las puertas cerradas salvo para la celebrar la misa de turno a la que apenas asistía media decena (no exagero) de vecinos de edad avanzada. Sucia e impasible ante un Madrid cada día más deshumanizado.

Pero San Antón ya no es así. Sí, sigue sucia y destartalada, pero llena de la vida que transpiran las personas: unos hacen cola en la puerta para conseguir un café o beber agua, otros entran para conectarse al wifi gratuito o ir al baño, otros se protegen del calor sentados tranquilamente en sus bancos con el perro al lado, los menos para preguntar si van a poner la tele por la tarde para ver el partido de fútbol de la Eurocopa…

Sí, San Antón se ha convertido, de la mano del padre Ángel, en un espacio abierto a aquellos que más lo necesitan, las personas sin hogar, los más vulnerables, los excluidos, los que se sienten solos o no tienen dónde ir. Todos los días del año las 24 horas al día, este templo abre atendido entre otros por esos viejecitos que antes iban a misa y ahora participan como voluntarios.

Rompí mi promesa y entré esbozando una tímida sonrisa. Y sentí, muy dentro de mí, que esa iglesia sí me representa.

     Hasta aquí el artículo de Celeste López publicado el lunes, 11 de julio.  Quienes (pocos, muchos, algunos) acudieron a la misa dominical del fin de semana, dias 9 y 10, escucharon unos versículos del Evangelio de Lucas que apuntan a lo que es sustancial de la condición humana  y de la vida cristiana. «Un maestro de la ley, para probar a Jesús, se alzó y le hizo esta pregunta: ‘Maestro, ¿qué he de hacer para tener la herencia de la vida eterna?’. Jesús le dijo: ‘¿Qué hay escrito en la ley? ¿Qué  es lo que lees?’. El contestó: ‘Ama al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, con todo el pensamiento, y ama a los otros como a tí mismo’. Jesús le dijo: ‘Has contestado bien. Hazlo así y vivirás'».

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