Plegaria por el amigo muerto, comprometido y no creyente

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1. Hombre bueno, buen padre, respetuoso, positivo. Amaba mucho a la madre y la familia. No esclavo del dinero. Ciudadano comprometido con la democracia. Ha muerto como ha vivido. Con discreción y fortaleza. No era creyente. Xavier y Jaume, los dos hijos de Joan Asens i Martínez, así lo han explicado al hablar de su padre en su despedida en el tanatorio de Les Corts.

2. Joan fue bautizado y tuvo educación religiosa. Ha estado vinculado a centros educativos de inspiración cristiana desde los Maristas al IQS como ingeniero químico. No era creyente, pero los suyos le han despedido en una ceremonia presidida por un sacerdote. Joan era muy humano, y la dimensión religiosa forma parte de la condición humana. Nada humano, el hecho religioso incluido, le era ajeno. Así acontece en las diversas culturas de la historia de la humanidad.

3. La mujer, los hijos, la madre, la hermana, la familia, los amigos coinciden en que Joan muerto continúa de alguna manera vivo entre los que le aman. Los cristianos comparten esta convicción y creen que el Espíritu de Jesús también está viviente ya aquí y ahora en la intimidad  de cada uno y entre todos.

4. La experiencia muestra que el sentido de Dios es una fuerza liberadora, solidaria, esperanzada. Libera de estructuras caducas, de dogmáticas cerradas, de preceptos insoportables, de teorías esotéricas, de las más variadas idolatrías.

5. Creyentes y no creyentes pueden convivir y dialogar con espíritu de comprensión y en espacios de encuentro. El sacerdote resaltó en breve homilía estos espacios de convivencia. Según los hijos de Joan, autores como Sartre y Camus ayudan a humanizar a la gente. El celebrante añadió textos evangélicos como el Padrenuestro. Pan de cada día para todos. Perdonar y pedir perdón. Liberación de todo tipo de mal. La oración es un reto. Tiene capacidad transformadora de uno mismo, de la sociedad, de la relación con los demás y con Dios al que nadie ve pero que deja huellas en el mundo y en la humanidad.

6. La ceremonia terminó con las notas del Emigrant, obra de Jacint Verdaguer y Amadeu Vives, convertida en canto patriótico, especialmente por los exiliados, y representativo de la identidad nacional catalana. “Dolça Catalunya, / pàtria del meu cor, / quan de tu s’allunya / d’enyorança es mor”.

7. Un comentario entre los asistentes. Añoranza de la soberanía. La soberanía catalana, democrática y pacífica, ha venido para quedarse. Pase lo que pase, el 9/ N/ 2014 es una primera victoria del soberanismo catalán. Mostrar ante el mundo, el poco valor de la democracia constitucional de una España antiurnas.
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