Carod agnóstico en política catalana interpela al independentismo

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Carod-Rovira con el president Montilla en la época del tripartito

Josep Lluís Carod-Rovira, ex líder de ER, escribe: «Ya hace tiempo que lo sospechaba, pero ahora no tengo más remedio que declararme agnóstico en materia de política catalana. De política catalana independentista, para ser más precisos». Es la tesis de su recomendable artículo «Tota pedra fa paret» (Toda piedra hace pared) en www.naciodigital.com

1. DEBATE EN TWITTER

-El firmante de esta crónica le replica: ¿Desde cuándo, Carod-Rovira, eres agnóstico en materia de política catalana? ¿Desde la época del tripartito del Tinell?

-Carod contesta: «Quizás desde cuando tú trabajabas al servicio del conde de Godó, en La Vanguardia».

-Nueva réplica: «O desde que decidí marchar de La Vanguardia después que Juliana / Carol me censuraron tres artículos. Al marchar perdí dinero. En La Vanguardia, cada vez más española en los últimos tiempos, defendía entonces que ERC deberia tener mayor presencia».

-Otro internauta, Agustín Soler y Regàs, dice: «Precisamente en La Vanguardia (06 de octubre 2002), Carod-Rovira decía que Esquerra aceptaría tener ministros en Madrid’. Preparando el tripartito supongo. Como cambian las cosas, ¿verdad?

2. TRIPARTITO TURBULENTO

La referencia a la decepción provocada por el tripartito es oportuna y no demagógica. Primero, porque el periodo del tripartito fue un turbulento dragon khan. Carod fue conseller en cap en 2003 pero tuvo que dimitir al cabo de dos meses. Después fue vicepresidente (2006-2010) pero en 2011 abandonó el partido. Y segundo, porque ahora se vuelve a dibujar otro tripartito impulsado por Pere Aragonés (ER), Miquel Iceta (PSOE) y Ada Colau (Comunes) que debilitaría el soberanismo.

3. INTERPELACIÓN A LOS INDEPENDENTISTAS.

El artículo de Carod, a pesar de todo, interpela a las fuerzas independentistas. Algunas de sus ideas … «Cada nueva batalla no se hace para debilitar al adversario, más aún cuando éste no pasa por muy buen momento, sino que siempre, invariablemente, la onda expansiva de la metralla posterior a la victoria pírrica acaba haciendo daño a las propias filas (…) Parece como si presentamos batalla no contra la monarquía española y el régimen que mutuamente permite su existencia, sino contra nosotros mismos, a ver a quién de nuestros le perjudica más  (… ) En lugar de debilitar los contrarios, nos debilitamos nosotros. Se trata, por lo que veo, no de aprovechar los problemas actuales del Estado en beneficio nuestro, sino en contra nuestra, compitiendo a ver quién es más valiente y más independentista no para conseguir la independencia, sino con fines electorales (…) El pleno del Parlament para agrietar la monarquía y el estado, con un rey fugado, con las manos sucias y en medio de un escándalo internacional, ha sido un nuevo campo de batalla donde hemos exteriorizado las contradicciones internas del independentismo y no las de España».

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