No digáis ni hagáis lo que  el cardenal Omella diga y haga

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J J Omella, cardenal de l’establishment, con Felipe VI, hijo del rey emérito fugado

1. Jesús se dirige un día a la buena gente que le sigue y le escucha recriminando a los fariseos y maestros de la ley: «Haced y observad todo lo que os digan pero no les imitéis, porque dicen y no hacen (. ..) Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritasque sois como sepulcros blanqueados; fuera parecéis bonitos, pero por dentro estáis llenos de huesos de muertos y de toda clase de impureza» (Mateo 23, 3 y 27)

2. Ahora puede decirse en conciencia sobre la actitud del cardenal Juan José Omella: «No digàis ni hagáis lo que el cardenal Omella diga y haga». ¿Qué hace y deja de hacer? Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, no visita los exiliados y presos políticos catalanes. Emplea un argumento falso: «No puedo visitar a los presos de otra diócesis». ¡Ei! que nadie enferme, o tenga necesidad, o sea encarcelado fuera de los límites diocesanos. El cardenal levanta un muro antievangélico para que el clamor y el dolor de los enfermos, presos, perseguidos, marginados no lleguen a su insonorizado palacio episcopal.

3. Ay, Omella, ay … qué diferencia con Jesús de Nazaret que atiende a todo el mundo sobre todo a los que más sufren y lo hace más allá de todos los límites geográficos, incluso de las fronteras diocesanas de las que él, Jesús, ni habla. Ojalá el cardenal leyera, o releyera si lo ha hecho alguna vez, el capítulo 25 del Evangelio de Mateo. El Dios de Jesús dice en la escena del juicio final … «Venid, benditos de mi Padre (…) estaba enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme (…) Apartaos de mí, malditos (…) estaba enfermo o en la cárcel, y no me visitasteis».

4. Hay que elegir. Una opción consiste en asumir la postura y las palabras de Jesús, llenas de solidaridad y liberación, de humanidad y sentido divino. La otra opción implica decantarse por la posición de Omella y sus palabras serviles al establishment posfranquista. Una situación establecida con raíces nacional católicas, una monarquía impuesta por el dictador Franco, un rey emérito fugado afectado por oscuros asuntos económicos y de faldas, un estado con represión judicial y policial, cloacas, guerra sucia, exiliados y presos políticos. Hay que elegir. La propuesta de Jesús, perseguido también por la ley del poder establecido, es una opción más humana, libre, solidaria, asumible por cristianos y agnósticos.

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