Cant Espiritual de Maragall para Diana Garrigosa

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Tiene pleno sentido que el «Cant espiritual», del poeta Joan Maragall, sea dedicado a Diana Garrigosa (1944-2020), mujer fuerte y también esposa de Pasqual Maragall, víctima este lunes de muerte súbita fruto de la fragilidad humana.

 

1. El enigma consiste en que es ahora Diana Garrigosa y donde está. Que es de su cuerpo animado, su amor, su sufrimiento, su gozo, su compromiso, su esperanza. Varias son las respuestas a estas preguntas. Todas respetables. Silencio. Recuerdo. Plegaria. Unos despiden a la fallecida con un «que la tierra te sea leve» «sit tibi terra levis», expresión pagana y precristiana. Otros la recuerdan con un «allí donde estés» como un lugar esotérico. Otras expresiones son «descansa en paz» o «requiescat in pace» (RIP) y «En el cielo estés» (ACS).

2. Vida, muerte, funeral de un agnóstico con sus expresiones son respetables. La manera de vivir y ver la existencia y la muerte propias y de los demás por parte de un creyente también es respetable. El cristiano ve la muerte propia y de cada ser humano reflejada en la muerte de Jesús en la cruz y entregado a Dios. «Jesús llamó con voz fuerte: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró «(Lucas 23, 46)

3. Los humanos no vemos el Dios de Jesús, pero lo podemos sentir, pensar, desear, intuir, experimentar, estimar. Lluís Duch (antropólogo, teólogo, monje de Montserrat) escribe en «El exilio de Dios» (Fragmenta Editorial): «En teoría no sabemos -en realidad, nunca podremos saberlo- quién es Dios, pero en la práctica, en nuestro vivir y convivir cotidianos, en los momentos de euforia y también en las horas de pasión y muerte, sí lo podemos intuir, o más bien lo podemos experimentar cuando reconocemos, queremos y exaltamos los rostros, tan a menudo desfigurados, oprimidos y destrozados, de nuestro prójimo herido y ejecutado por los bandoleros de todo tipo que circulan por los caminos de este mundo».

CANTO ESPIRITUAL

Siguen algunos de los versículos del «Cant espiritual» de inmensa profundidad humana y esperanzada …

 Si el món ja és tan formós, Senyor, si es mira
amb la pau vostra a dintre de l’ull nostre,
¿què més ens podeu dar en una altra vida?

(…)

Per ‘xò estic tan gelós dels ulls, i el rostre,
i el cos que m’heu donat, Senyor, i el cor
que s’hi mou sempre… ¡i temo tant la mort!

(…)

 ¡Tant se val! Aquest món, sia com sia,
tan divers, tan extens, tan temporal;
aquesta terra, amb tot lo que s’hi cria,
és ma pàtria, Senyor; ¿i no podria
esser també una pàtria celestial?

(…)

Ja ho sé que sou, Senyor; pro on sou, ¿qui ho sap?
Tot lo que veig se vos assembla en mi…
Deixeu-me creure, doncs, que sou aquí.
I quan vinga aquella hora de temença
en què s’acluquin aquests ulls humans,
obriu-me’n, Senyor, uns altres de més grans
per contemplar la vostra faç immensa.
¡Sia’m la mort una mayor naixença!

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