Ateísmo y fe en el confinamiento por coronavirus

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El confinamiento por el coronavirus propicia diálogos imprevistos y cordiales sobre las más variadas cuestiones entre el vecindario físico y virtual. Como apuntes cotidianos o trascendentales con ligeras confesiones de ateísmo y fe.

1. El que suscribe envía la www.avantguarda.cat a su interlocutora. La web se presenta así: “Tiempo y espacio abierto a episodios cívicos, cuestiones diversas de la condición humana y de experiencia cristiana”. Son mini crónicas personales sobre temáticas variadas. Precisión: “Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con su contenido. Es igual. Lo importante es mantener una buena vecindad”.

 2. Contesta por escrito: “No existen posts que no me agraden. Todas las opiniones son bienvenidas y nos permiten abrir los horizontes del pensamiento. He visitado tu blog. Muy interesante. Yo, por mi parte, soy atea de nacimiento, pero curiosa por naturaleza y respetuosa con todas las creencias. Entre todas conforman la realidad humana. No hay aciertos o errores en las creencias. Todas ellas nos definen”.

3. Comentario a estas palabras: “El ateísmo y la fe forman parte de la condición humana. Hay un ateísmo que libera, otros que esclavizan. Hay una fe que libera, y otras que esclavizan. Vale la pena optar por la libertad, la solidaridad, la democracia, la defensa de todas las personas y de todos los pueblos”.

4. Así prosigue el confinamiento, día a día, noche a noche. A través de escritos como siempre, diálogos a distancia con comensales del Ateneo Barcelonès o compañeros de ajedrez en Mirasol, llamadas telefónicas, navegación por internet, la compañía de diarios digitales y otras lecturas, programas de radio y televisión bien seleccionados. Y breves paseos con Nil, el buen perrito, en la calle solitaria y silenciosa.

 

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